Madres y trabajadoras del mar: las redes que se tejen donde no hay derechos 
Mujeres dedicadas al sector pesquero en Sonora vivieron sus embarazos mientras trabajaban en el fileteo de pescados y mariscos. Muchas de ellas sin al seguro social ni a condiciones laborales dignas para vivir su maternidad. La forma de enfrentar esta falta ha sido la organización comunitaria.
- Redacción AN / SH

Por Patricia Ramírez* / Causa Natura Media**
Clarita Alvarado cuenta que era madre cuando comenzó a trabajar desvicerando, limpiando y fileteando pescado. A su lado, Andrea, su hermana mayor, quien estuvo embarazada en dos ocasiones mientras desempeñaba el mismo trabajo, permanece en silencio cuando se le pregunta sobre sus primeros años en la maternidad.
“Le da vergüenza hablar de eso”, dice Clarita en su lugar. “A ella sí le tocaron sus dos embarazos ahí en la planta procesadora. Todo el tiempo trabajamos sin seguro social”.
“Pero durante el embarazo, ¿le dieron semanas de incapacidad antes o después de dar a luz?”, se le pregunta. Otra vez responde Clarita: “No, nada, mi hermana salía, paría y regresaba a trabajar. No le daban nada”.
Clarita, de 44 años, y Andrea, de 50 años, son originarias del Golfo de Santa Clara, una localidad pesquera perteneciente al municipio de San Luis Colorado, al norte de Sonora. Por más de 20 años, trabajaron en una de las cuatro plantas de procesamiento de pescados y mariscos. Durante el mismo tiempo, la participación de las mujeres en la pesca sonorense incrementó, principalmente, en actividades de procesamiento de producto, donde son conocidas como “fileteras”.
A diferencia de las hermanas Alvarado, Miriam Pérez, presidenta de la Sociedad Cooperativa Trabajadoras del Golfo, tuvo a dos de sus cinco hijos cuando ya se dedicaba a filetear el pescado. En su caso, trabajó hasta el séptimo mes de embarazo, que es el tiempo que ofrece la política de maternidad en México, pero no lo hizo porque así lo establezca la ley, ya que ninguna cuenta con seguridad social, sino porque así lo organizó con sus compañeras.
“Cuando una compañera sale embarazada la consideramos entre las demás para no dejarle trabajo excesivo. Al contrario, apoyarla, coordinarnos y pagarnos en partes iguales”, explica Miriam, cuya cooperativa surgió hace 12 años con el propósito de visibilizar el rol de las mujeres fileteras y, como presidenta, las dirige y representa legalmente estableciendo políticas generales de istración.
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Ante la falta de a seguridad social en todo el sector pesquero mexicano, la vivencia de la maternidad o las enfermedades relacionadas con la salud reproductiva está marcada por las redes de cuidado que establecen las mujeres en su espacio de trabajo.
La forma en la que se tejen estas redes está condicionada por el espacio de trabajo. En las cooperativas pesqueras el trabajo se realiza por temporadas de captura, lo que permite a las mujeres buscar otras formas de sustento económico y ajustar su trabajo cuando alguna compañera está embarazada, ausente por parto o en periodo de lactancia. Mientras que en las plantas procesadoras, las mujeres se adecuan a las jornadas de siete u ocho horas y las decisiones las toma el jefe en turno.
“Siempre estuvimos muy olvidadas, la verdad, y éramos más de 40 y tantas mujeres trabajando muchos años en la planta. Ahí nos hicimos viejas y sin cotizar nada. Estamos bien jodidas del cuerpo”, dice Clarita.
Ser madre cerca del mar
En México se contabilizan alrededor de 22 mil mujeres en la pesca y acuacultura, de acuerdo con la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca). Muchas de ellas laboran al margen de la ley y sin registro sobre sus condiciones laborales.
“El tema de la maternidad me parece muy avanzado (de documentar), pues simplemente el tema de seguridad social es una necesidad que no está cubierta para las personas del sector pesquero mexicano”, precisa Neyra Solano, especialista en género en la organización Comunidad y Biodiversidad (COBI) A.C.
Sobre la falta de a la salud y la seguridad social, organizaciones internacionales, como la FAO, han documentado que existe una mayor carencia de a derechos en la pesca a menor escala o ribereña. Muchas veces sólo hay acuerdos de trabajo informal o por cuenta propia, carecen de contratos de empleo apropiados y no tienen a la seguridad social, incluidas las pensiones.
Respecto a la maternidad, la información sobre las experiencias de dichas mujeres es escasa. Recientemente la iniciativa Trazando el Rumbo de la Pesca recomendó la inclusión de estrategias como la mejora al de salud y la promoción de políticas de protección laboral para alcanzar soluciones a los desafíos que atraviesan las mujeres embarazadas en el sector.
En México, la Ley Federal del Trabajo detalla que las madres trabajadoras tendrán a un descanso de seis semanas antes y después del parto. El periodo posterior podría ampliarse hasta ocho semanas en caso de que los hijos hayan nacido con algún tipo de discapacidad o requieran atención médica.
También se habla de dos reposos extraordinarios por día, de media hora cada uno, durante seis meses para la lactancia. Esto deberá realizarse “en un lugar adecuado e higiénico que designe la empresa, o bien, cuando esto no sea posible, previo acuerdo con el patrón se reducirá en una hora su jornada de trabajo”.
Al sur de Sonora, en la región de la comunidad yaqui, Brenda Navarro Corona tuvo que trabajar durante el periodo de lactancia.
“Es muy difícil estar trabajando y tener un bebé chiquito. Es muy difícil. Los pechos se me llenaban de leche y lo que yo hacía era llevarme un sacaleches a la oficina, la vaciaba en un biberón y la mandaba para la casa porque vivo cerquita”, cuenta Brenda.
A pesar de que las mujeres yaquis no han sido incluidas en el padrón de pescadores y no tienen seguridad social, la Cooperativa Comunidades Yaqui les brinda un salario fijo por su trabajo, jornadas de siete horas y durante los embarazos se otorgan 15 días previos al parto y pueden reintegrarse hasta que el bebé tenga dos meses.
Como actual encargada de la planta procesadora de la comunidad yaqui, Brenda es la encargada de coordinar a sus compañeras cuando están embarazadas, buscar suplentes durante el tiempo de ausencia y revisar el pago de salarios en este periodo.
Para muchas mujeres en la precariedad, el trabajo en el mar da mejores condiciones que las maquiladoras o el campo donde también podrían encontrar empleo con jornadas de 10 horas y salarios mínimos.
El estudio Maternidad en legislación mexicana: Una visión desde los derechos laborales de la mujer, publicado por investigadoras de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, realiza una evaluación de las leyes mexicanas que protegen la maternidad durante los últimos veinte años, donde se resalta que cada vez son más prolongados los periodos de descanso durante el postparto, pero “a pesar de estos avances, en algunas ocasiones puede no ser suficiente para permitir el crecimiento adecuado de la mujer en el contexto laboral y en su realización como madre”, señala el estudio.
Un problema de salud
Cuando Miriam Pérez dio a luz a su hijo, tomó las semanas de descanso posteriores al parto, dejó a su hijo con familiares para su cuidado y volvió al trabajo. Aquella temporada de pesca dividió su día entre ir a casa a amamantar a su hijo y regresar a filetear. Las temporadas siguientes lo llevaba con ella, como hacen otras mujeres de la cooperativa.
“Guardo un video donde estamos todas y allí andan nuestros hijos…”, cuenta.
Miriam dice que ha propuesto en la asamblea de la cooperativa pesquera que se den de alta en el seguro social, sin embargo, la decisión no se ha tomado por distintas causas relacionadas con los retrasos durante la pandemia de coronavirus y, posteriormente, la falta de dinero, e incluso, la poca confianza en el sector salud.
“No lo realizamos (la alta en el seguro social) por falta de recursos y financiamiento. Porque fuimos al seguro y salía como en 800 pesos dar de alta a cada persona, sí está elevado el costo, pero yo les decía a las señoras que pensáramos en un beneficio a futuro. Al final no se cooperó, no se pagó y no pudimos completar el proceso”, dice Miriam, quien a pesar de estar en la presidencia, requiere del respaldo de sus compañeras para estas aportaciones.
A diferencia de una empresa, donde las decisiones istrativas las toma el patrón, en una cooperativa pesquera sus integrantes son socios y propietarios al mismo tiempo. Cada socio tiene voz y voto en las decisiones.
Cuando una mujer está embarazada en el Golfo de Santa Clara tiene que trasladarse a San Luis Colorado, la cabecera municipal ubicada a 97 kilómetros, para recibir atención médica. En la localidad sólo tienen una clínica con un par de doctores que les apoyan llevando el conteo de la dilatación cuando están por entrar a labor de parto. También hay doctores particulares, pero a la mayoría les resulta difícil costear sus servicios.
Como presidenta de la Sociedad Cooperativa Trabajadoras del Golfo, Miriam dice que la maternidad es un tema con el que “hay que hacer ruido”.
“Lo que falta es aplicar políticas públicas adecuadas para un sector de salud digno para las mujeres embarazadas, con herramientas, con estudios”, concluye.
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Este artículo se publicó originalmente en Causa Natura Media.
*Patricia Ramírez es periodista en temas de medio ambiente y derechos humanos. Especializada en investigación y fotografía. Ha sido fellow del Climate Tracker e integrante de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas y la Red de Periodismo del Mar (Repemar).
** Causa Natura Media es un medio de comunicación independiente que se especializa en la cobertura con perspectiva ambiental.